domingo, 27 de junio de 2010

Como perros y perros y gatos y gatos.

Montevideo, Octubre de 2001


Montevideo, Agosto de 2002

domingo, 20 de junio de 2010

Uno de monjas.


Este libro, a pesar de su título, no es anticlerical ni pornográfico, si se ha de juzgar por su intención.
Está escrito con la libertad admirable y altamente estética que caracteriza los siglos XVI, XVII y XVIII de las literaturas latinas; pero sobre las obras de Villon, Rabelais y Buenaventura des Periers significa el progreso de haber abolido el uso de los vocablos villanos, escatológicos y pornográficos.
Aunque su contenido se reduce a seis diálogos entre monjas claustradas, no se propone el autor reflejar en ellos las malas costumbres de la época, como evidentemente se propuso su contemporáneo el anónimo autor de El Adamita o el Jesuíta insensible. Por el contrario, nunca le falta una razón para justificar los desvaríos que describe.
Su intención se manifiesta ya claramente al final de la Conversación primera; Es la de intensificar en Francia la propaganda del Protestantismo, al principio de una manera velada y en forma clara y franca, con anatemas y gritos de guerra al final de la Conversación sexta.
Como verá quien leyere, no son muy nobles las armas empleadas por los Evangélicos para combatir a los católico-romanos. Aquéllos comprendieron que el obstáculo para el triunfo universal de la Reforma estaba en los conventos, y ello les determina a bombardearlos con la sátira y con la imputación de corrupciones y de vicios.
Esta lucha es para los neutrales un interesante espectáculo; para los católico-romanos, una invitación a reflexionar sobre sus fanáticos extravíos, y para los protestantes de hoy, caballerosos y sensatos, un motivo de arrepentimiento.
Aparte la imponderable belleza literaria de la obra, existe una razón que justifica la determinación de traducirla y publicarla. Vivimos una época en la que todo se trata de investigar ávida y minuciosamente. A diario se ofrece documentos en los que se comenta las causas y los efectos de las guerras civiles y políticas. ¿A qué silenciar los prolegómenos de las guerras religiosas?

Nota preliminar de E. Barriobero y Herrán para Venus en el Claustro, Curiosas y Alegres Conversaciones Conventuales, Publicadas en Principios del Siglo XVIII, Por El Abate Du Prat (segunda edición de Mundo Latino, Madrid, 1931). Traducción castellana de Vénus dans le cloître, escrita bajo el seudónimo de Abbé Du Prat en fecha incierta: antes de 1719, cuando fue editada, y después de 1705, fecha de la bula Vinneam Domini mencionada en el último diálogo (que a falta de dudas algunos aducen fue agregado a posteriori).



(Ah, de paso, "Corderita" es Agnès en el original. Otra muestra de los traductores españoles, feroces e implacables)

sábado, 5 de junio de 2010

1865, Odisea del Espacio

Camilo Flammarion (1842-1925), además de tener el mejor nombre posible para un astrónomo francés del siglo XIX, era un tipo de gran sentido común. Pero era medio plomo. Pero era gracioso.

Ya que tocamos el punto de la visibilidad de la Tierra á bordo de un planeta lejano, debemos hacer notar un error muy natural en que ha caido gran número de escritores. Cuando un pensador, un poeta, un filósofo, se eleva mentalmente á la contemplacion del cielo estrellado, cuando se imagina dejar á nuestro hemisferio dormido, y subir, durante la noche oscura y silenciosa hasta los Mundos que centellean en la inmensidad, la impresion que le domina sin notarlo, es la de la noche y del silencio. Desde entonces, si, llegado al término de su viaje etéreo, vuelve atrás y procura en su pensamiento describir el aspecto que deberá presentarle la Tierra de donde se ha alejado, la impresión primera subsistirá, y nuestro viajero nos describirá un Mundo oscuro perdido en la oscuridad inferior. Este calor local no falta nunca. Léase el Viaje extático de P. Kircher, véase a los que le han precedido como á los que le han seguido, y generalmente se hallará el testimonio en que el viajero ficticio en cuestión habrá faltado á la primera de las precauciones oratorias, á la verosimilitud, quitando de esta manera la ilusión desde la primera página.

Sin embargo, se puede ver por la simple inspeccion que cuanto mas se aleja uno de la Tierra, mas parece ésta acercarse al Sol, hasta que por último se pierde en su luz, y que, en ningun caso, -á menos de no dirigirse hácia el Sol lo cual seria muy dificil por la noche,- la Tierra no puede hundirse en la oscuridad del espacio. Así es que desde Saturno, la Tierra no parece mas que una pequeña é insignificante mancha del Sol


Los Mundos Imaginarios y los Mundos Reales (1865), edición española de Imprenta y Librería de Gaspar, Editores (Madrid, 1877). De paso, ¿qué onda con los tildes?